El vientre de Natalia se estremece, su cuerpo se mueve en olas, siguiendo su propio ritmo y los gemidos que se le escapan son ondas que entran por los oídos de Heberto y viajan en su interior hasta llegar al cerebro, donde las señales se interpretan y la orden es seguir moviendo la lengua como hasta ahora. Besa su vientre que arde y luego regresa a comerla. Levanta la cabeza y la observa, ansiosa, ávida, ve como su boca se encuentra con la de Gusana, intercambian fluidos y comparten lengua, es ella quien orquesta la penetración. Controla los movimientos, las acciones, cada cambio de posición es dirigido por ella.
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